26 de agosto de 1907
El mundo de la magia es aquel en el que algunos creemos, el mundo de los trucos, el de la ilusión, la imaginación. Creer que hay algo más que lo que aparece a simple vista. Es como un símbolo de que en el mundo hay mucho más de lo que vemos y de que merece la pena luchar por él y por cuidarlo. Al menos, así lo veo yo, y así veo el trabajo del señor Harry Houdini. Gran genio, mejor persona.
Aquí estoy. Después de tantos años de quejas, lucha y desgracias: tan feliz en Van Ness Avenue, tumbada al sol. Acabo de releer los diarios de mis predecesoras, por curiosidad, sinceramente. La que más me llamó la atención fue la dueña de uno de los dibujos más expresivos que he visto en mi vida. era el dibujo de una fotografía. He estado indagando, y creo que fue una de las primeras fotografías. Siempre hablaba de lo que le fascinaba y de los grandes momentos que le habría gustado grabar para siempre. Supongo que por eso se dedicó al dibujo en cuerpo y alma. Sin embargo, nunca me comentó nada. La veía, con la nariz enterrada en el último de estos diarios, dibujando como una posesa, sin ton ni son. Los ojos rojos, la cara comida por falta de alimento. Pero brillaba, toda ella brillaba de emoción, como si lo que estuviese haciendo la hiciese la persona más feliz en el mundo entero. Cada vez que releo estos diarios es como un viaje en el tiempo, para que digan que es imposible. Hoy sentía la necesidad de caminar, de sentir la luz del sol, o como lo llaman aquí sunbathe. A saber cómo se pronuncia. Me ha pasado algo muy, pero que muy curioso, que me ha hecho sonreír. Me gustaría poder expresarlo con palabras, así que lo intentaré con todas mis fuerzas, aunque probablemente no sea lo mío, tendré que dejar mis migas de pan también yo. Quizá mi Sardonia encuentre estos diarios y cuando me vea con la nariz enterrada en ellos no lo entenderá. Yo no seré así. Yo le
enseñaré lo que hago, se lo mostraré. Quizá sea demasiado distante, quizá no. Tampoco estoy muy segura de estar preparada para enseñarle nada a nadie. Echo de menos París. Leerlo en los diarios no me ha ayudado demasiado. Aunque supongo que echar de menos un lugar al que puedes volver tampoco es muy útil. En realidad es más que probable que eche de menos los días que pasé allí, el amor que encontré. Quizá soy la primera vagabunda que dejó atrás un hogar sincero voluntariamente. Algún día tendré que volver. De todos modos, dejo de divagar. La actuación que he visto hoy me ha llenado los ojos como a mi Grieta se los llenaba dibujar. Estuve aquí mismo, tumbada ante un sol más temprano, aburrida, cuando vi a un par de personas echar a correr hacia el acuario, y como en la naturaleza de una está, lo contagioso es perseguir la alegría y compartir ese hermoso virus durante un tiempo. ¡Por lo que allí fui! Riendo yo sola, como casi siempre, dejando caras de estupefacción a mí alrededor. Cuando llegué, no me lo creí. La actuación era de un hombre con un historial bastante interesante, se llamaba Houdini, o algo así. Conocí a su mujer, se habían casado trece años atrás. Aquello fue espectacular. Se había atrapado a sí mismo bajo el agua. En un tanque. Fue sorprendente. Me abrió los ojos al mundo aún más si cabe. No hubo palabras. Sólo...escalofríos.
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